EL ORIGEN DEL ESPAÑOL
Cuándo, dónde y cómo nace el castellano.
La lengua española – el castellano – es hablada hoy por 567 millones de personas en todo el mundo (Informe del Instituto Cervantes. 2016). Los 427 millones de hablantes nativos, distribuidos por toda la geografía terrestre, sitúan al castellano como la segunda lengua nativa del planeta, detrás sólo del chino mandarín. Y como lengua extranjera, es estudiado en 90 países, siendo el segundo idioma más demandado en el mundo después del inglés. Pero, ¿cuál es su origen? ¿Cuándo, dónde y cómo nació este fenomenal instrumento comunicativo tan importante en nuestro mundo global del siglo XXI?
El castellano surgió del latín. Y en su origen, es fruto de la progresiva diferenciación lingüística que se produjo en Hispania, y en todo el Imperio Romano, tras la desmembración de éste. A partir de ahí, en una evolución lenta y continua, del latín fueron naciendo las distintas lenguas neolatinas o romances, tales como el propio castellano, el francés, el italiano, el portugués, el rumano, el catalán, el gallego, y otras lenguas menos extendidas que hunden su tronco en la común raíz indoeuropea del latín.
¿Surge el castellano del latín culto o del latín vulgar?
Pero, estos procesos lingüísticos, ¿tuvieron su origen en el latín culto o en el conocido como latín vulgar? Para responder a esta importante pregunta, conviene aclarar una confusión bastante extendida. No es cierto que primero existiese un latín “culto” y luego un latín “vulgar”, surgido como una degradación o corrupción de aquél a lo largo del tiempo. La lingüística moderna demuestra que esta antigua hipótesis es equivocada.
Porque en realidad, aunque con notables diferencias en su pronunciación, vocabulario y gramática, el denominado como latín vulgar era el latín mismo y único, el que hablaba el pueblo, el que se usaba social y habitualmente en la comunicación general, un idioma vivo y en constante evolución, mientras que el latín clásico sólo se mantenía en la literatura y en la administración como el lenguaje escrito que facilitaba la comunicación entre los diferentes territorios y provincias del enorme Imperio Romano.
Latín clásico y latín vulgar coexistían, ocurrían al mismo tiempo. Y una misma persona podía emplear ambas versiones de su lengua. Conocemos que el propio Cicerón redactaba sus discursos en un impecable latín clásico, mientras las cartas para sus familiares y amigos las escribía en el latín que todos hablaban.
Así pues, la historia del castellano – la lengua española – arraiga y comienza en el latín popular (sermo vulgaris) del Imperio Romano, presente y hablado durante siglos en la Hispania romanizada. Este latín fue el fermento de las distintas variedades romances hispánicas, entre ellas el castellano originario. Pero, a fin de situarnos mejor, retrocedamos un poco en esta apasionante historia de mestizaje.
Una apasionante historia de mestizaje.
Por su estratégica localización geográfica, la Península Ibérica ha sido siempre cruce de caminos y de pueblos, un territorio de encuentros y desencuentros de culturas. En la época prerromana, predominaba aquí una gran diversidad poblacional muy fragmentada, que provocaba una enorme variedad lingüística. Al Norte, el euskera. En el Sur, las lenguas de los tartesios, los fenicios y los etruscos. En el Este, los idiomas de los iberos, los cartagineses y los griegos. En el Noroeste, la lengua celta. En el Centro, el idioma de los celtíberos.
En este escenario plurirracial y multilingüístico, se realiza la conquista de la Península por los romanos entre los años 218 a 19 A. C. Durante el largo período histórico de dominio imperial, la incorporación de Hispania al mundo grecolatino implica la extensión del latín como vehículo de comunicación que crea y consolida una unidad lingüística hasta entonces desconocida en la Península. Son más de seis siglos de uso, extensión y predominio del latín hablado en el Imperio por los soldados, los comerciantes y el pueblo.
El año 409 d. C. marca el hundimiento del Imperio Romano en Hispania, por la invasión de la Península por los pueblos germánicos (suevos, alanos, vándalos…) El núcleo más importante de ellos, los visigodos, se asentaron en la meseta central y se adaptaron tanto a la cultura como al latín vulgar que se hablaba en Hispania.
La evolución posterior de la Península estuvo marcada por la ruptura de la organización política y administrativa del territorio, por una grave depresión cultural, por la pérdida de la unidad lingüística, y por una nueva fragmentación en diferentes dialectos y lenguas, causada por la aparición de diversas variantes del latín en distintas zonas geográficas. Son las diferentes lenguas románicas o romances peninsulares: el gallego, el castellano, el leonés, el asturiano, el navarro-aragonés y el catalán.
El castellano se originó en el condado medieval de Castilla (sur de Cantabria y norte de Burgos) como una evolución del hispano-godo, una variante del latín popular con influencias vascas y germano-visigóticas, que se fraguó en ese territorio.
Los primeros documentos hallados en ese castellano originario son las Glosas Emilianenses (finales del siglo X), las Glosas Silenses (finales del siglo XI), y el Poema de Mío Cid (finales del siglo XII). Pero cuando esos documentos son escritos, el castellano lleva ya siglos de andadura en su extensión y consolidación como lengua común en amplios territorios del centro y norte peninsulares. A esas alturas de la historia peninsular, además de las diferentes lenguas romances territoriales, el euskera había sobrevivido aislado e incontaminado por el latín. Y en el sur, tras la invasión musulmana, además del árabe se hablaba el mozárabe.
El castellano alfonsino
Como importante pincelada, cabe señalar que, a mediados del siglo XIII, Alfonso X el Sabio que era rey de Castilla y León, institucionalizó una forma estándar de castellano medieval, conocida como “castellano alfonsino” para homogeneizar su uso.
Y es sustancial tener presente que, durante los siglos posteriores, las sucesivas unificaciones dinásticas y la Reconquista, extendieron el castellano en el conjunto de los reinos españoles y en el sur peninsular. A instancias de los Reyes Católicos, en 1492 Antonio de Nebrija publica en Salamanca su Grammatica que es el primer tratado de la lengua española y el primero también de una lengua vulgar europea.
Pero éstos son ya otros episodios de la apasionante y mestiza vida del castellano, la lengua española.